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Migración y conflictos socio-ambientales una aproximación general

En la semana mundial por la Tierra, invitamos a generar reflexiones en torno a la relacion entre las migraciones con las consecuencias del cambio climático, los avances de las degradaciones ambientales y los conflictos socio-ambientales.

Bertha Cáceres, lideresa ambiental hondureña, nos ha dejado un legado de ideas y de palabras que creemos necesario replicar: “¡Despertemos! ¡Despertemos Humanidad! Ya no hay tiempo. Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de sólo estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal”. Este despertar no es más que una toma de conciencia y un llamado a la movilización, no de manera individual, sino colectivamente, comunitariamente, y en conjunto con las otras especies que habitan esta tierra además de nosotros, los seres humanos.

La toma de conciencia sólo es posible a partir del abordaje comprensivo de algunos elementos generales que vamos a introducir a continuación. En primer lugar, es necesario evidenciar que los pueblos han luchado históricamente por la defensa de sus territorios, enfrentándose con amenazas que pueden generar que estos tengan que desplazarse de manera involuntaria. En segundo lugar, se hace cada vez más evidente que a nivel mundial existen múltiples urgencias ambientales y también numerosas consecuencias desencadenadas a partir de esto. El surgimiento de una pandemia como lo es el COVID-19 está íntimamente relacionado con las condiciones de devastación que presenta el planeta tierra. Las crisis generadas por estas consecuencias son responsabilidad de quienes insisten en sostener un sistema profundamente desigual, que está basado en el crecimiento económico y que es extractivista, patriarcal, colonial, racista y capitalista.

Las degradaciones ambientales son resultados de lógicas basadas en modos de apropiación de la naturaleza, donde una de sus caras más letales se muestra a través de los extractivismos. Estos han empujando a comunidades enteras a tener que migrar y desplazarse a otros territorios, comunidades que no sólo son humanas, hay múltiples especies implicadas e incluso en procesos de extinción (sin mencionar las que ya se han extinto).

Un aspecto fundamental sobre este tema, es dejar claro que una persona migrante es cualquier persona que se desplaza o se ha desplazado a través de una frontera internacional o dentro de un país, fuera de su lugar habitual de residencia independientemente de: su situación jurídica, el carácter voluntario o involuntario del desplazamiento, las causas del desplazamiento o la duración de su estancia [1]. Se hace necesario recordar este concepto, para demostrar que casi todos los pueblos han tenido que migrar en algún momento de su historia.

Es notorio cómo el numero de inmigrantes internacionales a nivel global se ha incrementado en la actualidad, llegando a una cifra de 272 millones de personas (para el año 2019) y cómo ha crecido el número de desplazamientos forzados, aumentando en unos 13 millones el número de refugiados y solicitantes de asilos (entre 2010 y 2017). A pesar de que el número de migrantes internacionales en el mundo representa un porcentaje pequeño en relación a la población total, en los últimos años el número de migrantes internacionales ha crecido más rápidamente que la población mundial [2]. Si bien en cifras gran parte de las migraciones ocurren hacia Europa, América del Norte, Asia Occidental y África subsahariana; la mayoría de los migrantes internacionales se desplazan entre países situados dentro de la misma región. El 73% de las personas migrantes en América Latina y el Caribe procede de esta misma Región [3]; lo que nos lleva a situar la mirada sobre las crisis propias que están sucediendo en nuestra región y que están ocasionando distintos flujos migratorios internos.

Es un hecho que millones de personas en el mundo se han visto forzadas a abandonar sus países, a desplazarse de su tierra por conflictos de diversa índole. Si bien un 47% de las personas que migran en general son mujeres, el 80% de las personas que se podrían catalogar como “refugiadas climáticas” son mujeres[4], poniéndose en evidencia además cuáles son los cuerpos que están más vulnerabilizados en los territorios.

Comúnmente se describe la relación entre la migración con la cuestión climática desde la noción de poblaciones expuestas a factores de riesgo ambiental o desplazadas a raíz de desastres y cambios ambientales (que generan riesgos para los humanos), pero no se cuestiona el origen de esas llamadas urgencias ambientales. La categoría de refugiado climático o emigrante ambiental no ha sido completamente incorporada o reconocida ni por los organismos multilaterales ni por los Estados (y cuando se utiliza, es de manera vaga en su definición) por no querer asumir las implicaciones que esto acarrea para los países o las Regiones, ni tampoco evidenciar quiénes son responsables de esta situación. Las personas refugiadas sólo califican como tales si tienen que irse de sus lugares de origen por razones políticas, religiosas o raciales; pero buena parte de estas personas se desplazan por razones como: calentamiento, deforestación, contaminación de las aguas y/o crisis hídricas, consecuencias múltiples de las grandes actividades económicas de extractivismo minero, petrolero, el agronegocio, por poner algunos ejemplos.

Es más que evidente que los sectores socialmente excluidos o invisibilizados son los que están sometidos a las múltiples vulneraciones que ocurren en los territorios. Los conflictos ambientales están desarraigando a millones de personas cada año tanto adentro como afuera de los países. El desarraigo es de la tierra, de los cuerpos, de la cultura, de la identidad, y también de los afectos, de los lazos sociales y comunitarios. Estos conflictos generan a su vez situaciones de violencia que promueven lo que llamamos desplazamientos forzados, y cuya base son las disputas relacionadas con la tierra (en muchos de los casos). Estos motivos que son profundamente políticos, trastocan completamente la vida de la gente, de la tierra y de la naturaleza.

Estos conflictos están directamente relacionados con la forma que tiene el sistema tanto económico, como político-social. El expolio de la naturaleza se promuve tanto desde las grandes potencias económicas del mundo como desde los propios Estados, quienes sostienen los modos de apropiación de la naturaleza con los fines de extraerla, fragmentarla, mercantilizarla e intercambiarla en el mercado financiero internacional.  Las desigualdades generadas a raíz de esto, son tanto sociales como ecológico-ambientales, y muy al contrario de lo que promueven los estados, las grandes actividades económicas extractivistas generan situaciones de inestabilidad social, política y económica, teniendo grandes impactos en las economías locales propias, en las lógicas autóctonas y culturales de los territorios, además de generar daños irreparables en los sistemas ecológicos.

Entre los pueblos que sufren más estas degradaciones se encuentran tanto los pueblos originarios como los pueblos inmigrantes. Estos pueblos tienen muchas correspondencias, en primer lugar porque los pueblos originarios son los primeros migrantes, que han sido desplazados de sus territorios de origen y de sus tierras desde los primeros procesos de colonización (y los que todavía existen). En segundo lugar, ambos pueblos están reprimidos y criminalizados fuertemente por los Estados, luchando por su reconocimiento, autodeterminación, por la preservación de su cultura, de sus tradiciones y de su historia, por la defensa de su posibilidad de existir. En tercer lugar, gran parte se ubica en los contextos rurales y se involucra o forma parte de las comunidades campesinas; las identidades de los pueblos que migran son identidades campesinas, indígenas y racializadas.

En palabras de Vandana Shiva (referente de los eco-feminismos) el orden dominante del mundo se basa en la destrucción de la tierra, en la destrucción de la sociedad, en la destrucción y sometimiento de los cuerpos, donde hay un sistema que es tanto capitalista como patriarcal y que sostiene una visión de que puedes usar y desechar a las personas como si fuesen envases de plástico. Siendo estas ideas base para sostener la violencia hacia la naturaleza, hacia los sectores más precarizados y hacia las mujeres también. En el mismo orden de ideas, Bertha Cáceres manifiesta que “mientras tengamos capitalismo este planeta no se va a salvar, porque el capitalismo es contrario a la vida, a la ecología, al ser humano, a las mujeres”. Las dinámicas de vida que se han querido impulsar desde las formas de colonización y desde el capitalismo no son posibles, porque de esa forma no es posible sostener la vida en general en el planeta.

A partir de lo expuesto anteriormente, y de cara a la condición de las miles de personas que migran, en los tiempos actuales se encienden las alarmas sobre tres situaciones que están ocurriendo a nivel regional en Latinoamérica: la intensificación de los extractivismos mineros; el acrecentamiento de la represión y violencia por parte de los Estados, enmascarado bajo una aparente necesidad de control social para generar orden de cara a las crisis de los países; y por último, sobre la situación de vulnerabilidad y precariedad que están viviendo los sectores que migran tanto dentro del propio pueblo chileno (por la crisis hídrica y el despojo de las tierras) como de nosotros los otros pueblos que estamos invisibilizados por el racismo estructural, pero que luchamos también desde diversas formas de resistencia. Ante esto, es imprescindible invitar a que estemos más articulados que nunca, y no sólo por la situación de crisis regional o de pandemia mundial, sino de cara a los tiempos venideros, donde la reconfiguración de nuestra forma de vida ya es un imperativo para sobrevivir, pero también es una bandera para tejer un horizonte de esperanza y de recuperación de las relaciones de sentido, de la tierra y de la naturaleza, caminando hacia eso que denominamos como el buen vivir.

[1] Concepto de migración desde La Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

[2] Datos presentados por el Departamento de Asuntos Económicos y sociales de las Naciones Unidas (DESA).

[3] https://news.un.org/es/story/2019/09/1462242

[4] Organización de Naciones Unidas. Recuperado de: https://videos.telesurtv.net/video/747450/entre-fronteras-747450/

Artículo originalmente publicado en https://www.revistasur.cl/revistasur.cl/2020/04/migracion-y-conflictos-socio-ambientales-una-aproximacion-general/

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